El aumento progresivo del consumo de carne conlleva consecuencias realmente nefastas para el medio ambiente. Sin embargo, no hay que olvidar que los productos cárnicos son una buena fuente de nutrientes para el ser humano, aunque si se consumen en exceso pueden provocar cáncer.
Filetes de ternera, carrés de cerdo, chuletas de cordero, jamón serrano, embutidos de ave, chorizo, morcilla, y todo tipo de carne es lo que encontramos asiduamente en los escaparates del supermercado, el mostrador de las carnicerías y en la mesa en casa.
En este orden, el consumo de productos cárnicos no para de crecer. Según un informe elaborado por las Naciones Unidas y el Banco Mundial, el consumo de carne se ha cuadruplicado a nivel global en los últimos 50 años, lo que se traduce en más de 280 millones de toneladas.
Consumir o no carne, esa es la cuestión
La producción de semejante cantidad de carne conlleva diversas consecuencias. De hecho, con una creciente población mundial que cada día come más carne, se ve notablemente reducida la existencia de suelos fértiles. Lo cual significa que el comedero para la cría de ganado debe competir indefectiblemente con nuestro apetito. Para graficar esta afirmación, basta con pensar que el 30 por ciento del cultivo de cereales del mundo acaba en el comedero y no así en el plato. Dicha cifra va en franco ascenso, ya que en países como China es creciente el consumo carne.
Otro de los efectos negativos del consumo de carne está relacionada con un importante recurso natural: el agua. En efecto, según los entendidos en el tema, aproximadamente unos 40 mil litros de agua son consumidos para la producción de un kilogramo de carne de res. Un dato más que inquietante, teniendo en cuenta la estadística publicada por el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), de acuerdo a la cual casi 800 millones de personas de todo el mundo no posee acceso al agua potable.
A la reducción de suelos fértiles para cultivar alimento humano y animal se le añaden los efectos del consumo de carne en el medio ambiente, pues la cría de animales genera cerca del 18 por ciento de los gases de efecto invernadero del mundo, sobrepasando así al producido por el sistema de transporte a nivel mundial. Por consiguiente, si pretendemos adoptar alguna medida para la protección del medio ambiente, podemos comenzar por disminuir el consumo de productos cárnicos.
¿Es bueno comer carne?
La carne, por su alto contenido en proteínas, minerales y vitamina B, es beneficiosa para el organismo. Por lo que su consumo no es perjudicial para la salud. De todos modos, los profesionales de la salud recomiendan ingerir entre 300 y 600 gramos de carne por semana, incluyendo los embutidos, pues con esa cantidad alcanza para que el cuerpo saque provecho de los nutrientes. No obstante, en promedio las personas consumen más de lo que se recomienda, y ese hábito sí puede acarrear consecuencias para la salud.
Lo que recomiendan los médicos no es dejar de comer carne, sino más bien hacerlo en porciones saludables, las cuales dependerán básicamente del tipo de carne que se ingiera. Las carnes rojas, como es el caso del cordero, el cerdo y la carne de res, poseen en su composición más hierro-hemo que las denominadas carnes blancas, como el pollo. En consecuencia, la carne roja y, en realidad, todos los productos cárnicos, incrementan las posibilidades de presentar cáncer colorrectal o de colon.
La clave, entonces, reside fundamentalmente en llevar una dieta variada, que incluya diferentes productos de grano entero y una buena cantidad de vegetales, consumiendo carne de manera moderada.
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