Si hay una aventura que sueño desde casi mi niñez, ese es El Transiberiano. Un excursión de mito en un ferrocarril fantástico y lleno de memoria.
Dura una unos pocos días de ilusión, que hay que encargar con algunos meses de anterioridad y la billetera repleta.
Me enamoré de la ruta con Hércules Poirot, el personaje de la legendaría Agatha Christie. Me obsesioné y decidí de que algún día, tenía que hacer esa ruta. Desgraciadamente aun no me ha llegado el momento, pero llegará. Lo sé.
Atravesar la estepa Siberiana, traspasar Mongolia y entar a la Gran muralla china. Vislumbrar los tres países, comer sus variadas formas de preparar alimentos ricos en su vagón restaurante. Sus convoy íntimos. ¡Guauuu!, Vivir esto si que no tiene valor.
Los primeros cuatro días, verás Siberia, sus frondosidades, pueblos y estepas… La sosiego más definitiva; tras esto, en el quinto día de camino llegas a Mongolia y conoces sus llanuras. Cuando oscurece ya has llegado a China y después de un stop de algunas horas. Al día siguiente avanzas el viaje junto a la Gran Muralla para arrivar al fin del camino, Beijing.
Un recorrido sin parangón desde mi idea. Con un punto a favor si vas con tu chico o chica.